Día Internacional de la Juventud. Si todo va bien, ¿Por qué tan pocas cosas cambian (a mejor)?

Si nos quedáramos con algunas noticias que nos cuentan que baja el paro, que estamos en el año de la recuperación, que todo mejora etc., podríamos pensar que el día internacional de la juventud de 2017 debería ser un día para el optimismo. Pero si escarbamos un poco en la realidad, nos damos cuenta de que a pesar de que nos dicen que todo va bien, en realidad muy pocas cosas están cambiando a mejor. Peor aún, desgraciadamente la situación de buena parte de la juventud sigue igual que en los peores años de la crisis o incluso ha cambiado a peor.

Hace un par de meses el  Consejo de la Juventud de España (CJE) publicaba el Observatorio de Emancipación del segundo semestre de 2016, con datos específicos de Navarra. Al ver estos datos nos preguntamos, si la tasa de desempleo en Navarra para las personas entre 16 y 30 años se ha reducido del 37,7% en 2013 al 21.1% en 2016, ¿Cómo es posible que en 2016 fuera más difícil emanciparse que en 2013? (la tasa de emancipación juvenil ha bajado en estos años del 22,4% al 20,6%). Los tipos de contratos y las condiciones de los trabajos a los que tenemos acceso las personas jóvenes responden directamente esta pregunta.

Así, a pesar del descenso del desempleo, el incremento de las dificultades para la emancipación de las y los jóvenes en Navarra puede explicarse por el descenso de la tasa de actividad, por el deterioro de las condiciones laborales (descenso de los salarios) y por el incremento de la incertidumbre y la inestabilidad laboral (contratos temporales y a tiempo parcial). Una consecuencia de estas condiciones es que hoy una persona menor de 30 años en Navarra debe destinar como promedio un 60% de sus ingresos mensuales para el pago de un alquiler, frente al  42,7% necesario en 2013.

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Y por otro lado, estos datos muestran otra realidad alarmante. Existe una clara brecha de género laboral entre las personas menores de 30 años que se viene ampliado notablemente entre 2013 y 2016. Así, a pesar de que las mujeres menores de 30 años cuentan con unos niveles de formación más altos, las jóvenes navarras cuentan con unos niveles de desempleo mayores que los hombres de sus mismas edades (23% mujeres y 19,7% hombres), así como con unas mayores tasas de temporalidad y trabajo a tiempo parcial y unos menores salarios y tasa de actividad. La brecha de género en el acceso y condiciones del empleo está muy presente desde el momento en que mujeres y hombres pasan a formar parte del mercado laboral. Brecha que posteriormente no deja de ampliarse a lo largo de sus trayectorias laborales y vitales.

Pero a pesar de que los datos “medios” ofrecidos por el observatorio de emancipación de CJE permiten hacernos una idea general de la situación de la juventud navarra en cuanto a empleo y vivienda, debe de tenerse presente que no todas las personas jóvenes somos iguales, sino que existen realidades y diferencias importantes entre distintos colectivos que no son recogidos por este estudio. Así, por un lado, el observatorio muestra cómo el nivel de estudios, marcado en parte (y cada vez más) por el nivel socio-económico, influye notablemente en las oportunidades y condiciones de acceso al mercado laboral. Debe romperse el mito de “no importa lo que estudies, todas vamos a acabar en el paro”, ya que las personas con mayor nivel formativo tienen mayores y mejores oportunidades de acceso al mercado laboral.

Pero además, debemos de tener en cuenta que fuera de estos datos quedan las personas que sufren las peores condiciones laborales, bien porque les han obligado a trabajar sin contrato (como a los y las jóvenes “sin papeles” que han venido a vivir y trabajar a Navarra), o a hacerse “falsos autónomos”, o porque una empresa ha sido “tan generosa” que les ha dado la “oportunidad” de hacer unas prácticas o de trabajar como becarias, evitando así cualquier compromiso en cuanto a salarios o derechos laborales. Y todas estas situaciones tienen sus consecuencias sobre nuestras vidas. Por un lado, la gran mayoría de los y las jóvenes debemos aplazar nuestros proyectos de vida para más allá de los 30 o buscarnos fuera de Navarra el presente y el futuro que aquí se nos niega. Y por otro lado,  la peor de las consecuencias es que en 2016 un 58,8% de jóvenes menores de 30 años no contaban con ningún salario y que un 21,7% se encontraban en situación de riesgo de pobreza.

Sin embargo, tanto a la juventud en general como a otros colectivos que sufrimos esta cruda realidad, se nos señala como los principales responsables de nuestra situación y se nos “invita” a solucionar individualmente un problema que es colectivo (actívate, emprende, recíclate, intégrate…). Pero como precisamente no se trata de un problema individual, no podemos hacerle frente por nuestra cuenta. No se trata de una competencia entre “el último y el penúltimo”, sino de una lucha conjunta en la que compartimos problemas e inquietudes. El camino está lleno de obstáculos en forma de falta de oportunidades, abusos empresariales, políticas “anti-sociales” o discursos oportunistas que buscan culpabilizar y enfrentar a quienes sufrimos las consecuencias de esta realidad. Pero dejemos el pesimismo para momentos peores, demos un paso al frente  y hagamos ver que de nuestro presente y futuro depende el del conjunto de la sociedad.