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forges juventud

Para despedir el año 2016, supuestamente “el año de la recuperación”, el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE) nos regaló una nueva dosis de cruda realidad. Realidad que no nos sorprende ni a la juventud ni al resto de personas y colectivos que la sufrimos día a día. Despectivamente nos llaman “Ni-Nis”, y desgraciadamente tenemos que darles la razón. Y es que, Ni nos dejan trabajar, Ni nos dejan emanciparnos.

Los medios de comunicación que semanas atrás publicaron los resultados de este estudio lo hacían con un titular común: en el primer semestre de 2016 sólo un 16% de los y las jóvenes navarras entre 16 y 30 años podían vivir en una residencia independiente a la de su familia. Y escarbando un poco más en este dato, se puede llegar a la conclusión de que en Navarra prácticamente nadie puede independizarse antes de los 25 años y solo 3 o 4 de cada 10 jóvenes puede hacerlo antes de cumplir los 30 años. ¿Quieres planificar y llevar a cabo un proyecto de vida personal e independiente? Si “tienes prisa”, parece que tendrá que ser lejos de aquí.

Pero, ¿Cómo es esto posible? Todos y todas podemos responder a esta pregunta con nuestras experiencias personales, las cifras no hacen más que reflejar la realidad que vivimos a diario. Ni nos dejan trabajar, ni nos dejan emanciparnos. La tasa de población activa, (es decir, personas con empleo o personas desempleadas que están buscando empleo), para las personas entre 16 y 30 años residentes en Navarra es del 48,9%, la más baja de todo el estado. Y es que la falta de oportunidades laborales nos hace alargar los estudios a la espera de que las cosas cambien. ¿Y si esta realidad ha venido para quedarse? Una realidad en la que las oportunidades laborales tardan en llegar, la tasa de desempleo en Navarra para las personas menores de 25 años es del 43,4% (un pequeño avance ante el 48,1% del año 2014, pero aún 25 puntos por encima de la media de la UE (18,8%), y que cuando llegan lo hacen con unas condiciones cada vez más precarias.

Así, por ejemplo, de las personas entre 16 y 30 años residentes en Navarra y que contamos con un empleo, un 55% tenemos contratos temporales  (un 95% de los contratos firmados en el primer semestre de 2016 fueron temporales), y un 20% tenemos contratos a tiempo parcial (de las que un 18,7% desearíamos trabajar más horas). Temporalidad y trabajo a tiempo parcial unidas a unos salarios “Ni mil-euristas”, ya que nuestros salarios anuales medios en el primer semestre de 2016 eran de 11.021,11€, con los que como mucho podríamos alquilar un piso de 41,3 m2). Pero además, debemos de tener en cuenta que fuera de estos datos quedan las personas que sufren las peores condiciones laborales, bien porque les han obligado a trabajar sin contrato (como a los y las jóvenes “sin papeles” que han venido a vivir y trabajar a Navarra), o a hacerse “falsos autónomos”, o porque una empresa ha sido “tan generosa” que les ha “permitido” hacer unas prácticas no laborales, evitando así cualquier compromiso en cuanto a salarios, cotizaciones sociales o derechos laborales. Y todas estas situaciones tienen sus consecuencias sobre nuestras vidas. Por un lado, la gran mayoría de los y las jóvenes debemos aplazar nuestros proyectos de vida para más allá de los 30 o buscarnos un futuro fuera de Navarra, por lo que no debe sorprendernos que en 2015 volviera a incrementarse el número de personas entre 15 y 34 años que decidieron migrar desde Navarra a otros países en busca del presente y del futuro que aquí se les niega. Y por otro lado,  la peor de las consecuencias es que actualmente 2 de cada 10 jóvenes entre 16 y 30 años residentes en Navarra se encuentran en riesgo de pobreza.

Y es que los y las jóvenes no somos réplicas idénticas unas de otras, sino que por distintos motivos  vivimos realidades diferentes que hacen que algunas personas cuenten con más dificultades que otras. En este sentido, el observatorio muestra por un lado (a partir de las tasas de actividad), cómo las oportunidades de encontrar empleo entre jóvenes sin estudios superiores  son menores en Navarra que en el resto del estado, y que la brecha que los separa de los jóvenes con estudios superiores es notablemente mayor en Navarra que en el resto de comunidades. Y por otro lado, nos muestra cómo la brecha y los roles de género siguen reproduciéndose entre los y las jóvenes residentes en Navarra. Así, si bien las tasas de emancipación, actividad, empleo, contratación temporal o a tiempo parcial son similares para los hombres y  mujeres entre 16 y 30 años residentes en Navarra, y a pesar de que ellas tienen más presencia en los estudios superiores, las jóvenes navarras cobran una media de 1.200 € anuales menos que los jóvenes navarros (un 10,25% menos), por lo que la “brecha salarial de género” se abre ya desde estas edades. Y por otro lado, podemos ver cómo se reproducen los roles de género cuando, a nivel estatal, el 72% de las personas entre 16 y 30 años consideradas como “inactivas” por dedicarse a realizar “tareas del hogar” son mujeres.

En resumen, los datos que aporta el observatorio de emancipación en Navarra  en el primer semestre de 2016, si bien pueden variar en pequeños detalles respecto de años anteriores, vuelven a mostrarnos una realidad marcada por la  falta de oportunidades para llevar a cabo proyectos de vida autónomos, el desempleo o la precariedad laboral y vital. Sin embargo, desde las instituciones que cuentan con el poder para  enfrentar estos problemas estructurales, en lugar de plantear políticas que permitan dar la vuelta a esta situación, se nos “anima” a seguir formándonos y a ser más competitivas, o se nos pregunta por qué no emprendemos nuestro propio proyecto empresarial. En definitiva, al igual que al resto de personas y colectivos que se enfrentan a esta cruda realidad, se nos señala como los responsables únicos de nuestra situación y se nos “invita” a solucionar individualmente un problema que es colectivo.

Pero como precisamente no se trata de un problema individual, no podemos hacerle frente por nuestra cuenta. Y así como rechazamos la culpabilización de “los Ni-Nis”, también debemos rechazar la de otros colectivos y personas que pueden estar en peor situación que nosotras. No son nuestras competidoras o rivales, sino  compañeras de viaje con las que compartimos problemas e inquietudes. Así, sólo remando en un mismo sentido, mano a mano, día a día, podremos avanzar hacia un cambio real de la situación. El camino está lleno de obstáculos en forma de falta de oportunidades, abusos empresariales, políticas “anti-sociales” o discursos oportunistas que buscan culpabilizar y enfrentar a quienes sufrimos las consecuencias de esta cruda realidad. Pero dejemos el pesimismo para momentos peores, demos un paso al frente  y hagamos ver que de nuestro presente y futuro depende el del conjunto de la sociedad.

Santi Rabadán. Técnico de Socio-economía del CJN-NGK